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Terciarias Capuchinas de La Sagrada Familia

Comprometidas en la tarea de encarnar a Cristo en la historia, testimoniamos una nueva forma de ser, amar y compartir

 

"La Congregación de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, surge en la Iglesia, bajo la acción del Espíritu Santo que impulsa el Padre Luis Amigó y Ferrer e ala creación de una familia religiosa que profesa una forma de vida evangélica, según los ideales de San Francisco de Asís. En ella la contemplación y la acción apostólica son elementos esenciales que forman una unidad.

 

El numera 1 de nuestras Constituciones sintetiza de esta forma nuestra vida y misión en la Iglesia. Siguiendo la espiritualidad de San Francisco nos sentimos hermanas de todos, invitadas a vivir en humanidad, pobreza y sencillez. Nuestra forma de vida es guardar el Santo Evangelio, viviendo en comunidad fraterna, minoridad y penitencia. Con la actitud del Buen Pastor, realizamos nuestra misión con la niñez y juventud en el campo de la educación, protección, reeducación, en la asistencia a los enfermos, en el trabajo pastoral de la Iglesia y en las misiones. Dedicada nuestra Congregación a la Sagrada Familia, la tenemos como modelo, especialmente en su espíritu de oración, vida de familia y disponibilidad a la voluntad del Padre Dios.

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Congregadas por el Espíritu en una comunidad de fe, esperanza y amor, formamos una verdadera familia de hermanas, reunidas en el nombre del Señor. La profunda experiencia de filiación que Dios regala a Francisco de Asís y que el asume intensa y fielmente, le lleva a descubrir y a vivir con una peculiar novedad la dimensión de fraternidad. Nosotras, que participamos de esta espiritualidad, "acogemos y amamos alas hermanas como don y gracia de Señor" (Constituciones 31).

La Congregación que nació en España, se encuentra actualmente presente en cuatro continentes América, Europa, Asia y África.

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Iniciación a la vida Terciaria Capuchina

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Las jóvenes que sienten la llamada a seguir a Jesucristo como Terciarias Capuchinas inician, en su propio ambiente y familia, un proceso de conocimiento y acompañamiento por parte de la Hermana responsable, que van alternando con la experiencia de vivir en una comunidad de TC.

Una vez realizado su primer discernimiento vocacional, inicia en una comunidad formativa, el período de Postulantado que dura de uno a dos años.

 

En este tiempo clarifica la llamada personal de seguir a Jesucristo, el conocimiento de su propia persona y de la Congregación y las aptitudes propias necesarias como TC, siempre acompañada de la maestra, la comunidad y el propio grupo.

Después de este período intenso en el que ha dado solidez a su vocación humano-cristiana pasa a una etapa de formación intensa y específica llamada NOVICIADO que dura dos años.

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Es una etapa fundamental donde aprende a centrar su vida en Dios, a conocer y profundizar en su relación con Jesucristo, asimilar el carisma y la espiritualidad de la Congregación y se prepara para consagrarse a Dios. Cuando está decidida, libre y gozosa hace su profesión y se compromete, mediante los votos de obediencia, pobreza y castidad, por un período temporal de un año que irá renovando hasta su consagración definitiva.

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En el período de votos temporales llamado JUNIORADO la joven continua afianzando su vocación, su formación, alternando con la experiencia de vida fraternal donde comparte con las demás hermanas la fe y la misión que se le encomienda.

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La formación de la Terciaria Capuchina dura toda la vida, para responder a la novedad de la llamada siempre nueva del Señor. La profundización de la propia vocación es constante y de forma especial se intensifica en tiempos especiales de renovación, organizados con periodicidad.

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La oración - contemplación diaria, la Eucaristía, la convivencia en fraternidad, la misión entre los más pobres como hermana menor, desde una espiritualidad franciscano-amigoniana son los ejes que sostienen la respuesta generosa que intentamos dar cada día y en cualquier situación al Señor y a los hermanos.

 

Forma de vida de las Terciarias Capuchinas

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Fundadas por el Venerable Luis Amigó y Ferrer OFMCap en el santuario de Nuestra Señora de Montiel en Benaguacil - Valencia, España el 11 de mayo de 1885. Somos una familia, que nos sentimos convocadas por el espíritu de Jesús a vivir con El, como El para servir a los hermanos en medio del mundo.

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Nuestra forma de vida, que nos caracteriza en la Iglesia como Terciarias Capuchinas, es seguir a Jesucristo como hermanas menores, al estilo de Francisco de Asís que se sentía el último y el servidor de todos.

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Compartimos la vida y la fe en pequeñas fraternidades al estilo de la Familia de Nazaret a la que tenemos como modelo y patrona, haciendo realidad en lo cotidiano el sueño de nuestro P Fundador:” Debéis procurar haya entre vosotras una íntima unión pues en ello está el secreto de la fuerza”.

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Nuestra vida se caracteriza por la alegría, la sencillez en nuestras relaciones, en la acogida y hospitalidad y la confianza en la providencia de Dios, actitud característica de nuestro Padre Fundador.

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La vida de fe se alimenta en la Eucaristía, centro de nuestra vida personal y comunitaria, en la constante escucha de Palabra de Dios, la oración litúrgica, en una relación personal con Jesucristo como Centro y Señor de la Historia, que nos hace ver con mirada contemplativa nuestro mundo y estar atentas a los signos de los tiempos.

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La figura de María es central en nuestra espiritualidad e ilumina la vivencia gozosa de nuestra consagración, en ella encontramos el modelo de respuesta a la llamada del Señor.

 

Carisma y misión de las Terciarias Capuchinas

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Un carisma vivo para una Iglesia viva, en una sociedad sufriente donde las necesidades de los más pobres son,desde el principio de la fundación de la Congregación, la llamada a responder como el Buen Pastor.

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Con amor, abnegación y sacrificio hasta dar la vida...por quienes no pueden soñar, o se les arrebata la dignidad, el pan y la educación, el hogar y el cariño de una familia, o han perdido el horizonte de su vida y no cuentan para nadie. Las Terciarias Capuchinas, queremos ser portadoras de la misericordia y ternura de Dios, defensoras de la justicia, de la integridad de la creación y constructoras de paz en cualquier lugar que nos encontremos:

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  • En la educación de niños y jóvenes, futuros constructores de una sociedad más humana, fraterna y solidaria

  • En la protección y reeducación de niños en situación de riesgo posibilitando el desarrollo armónico de su personalidad

  • La promoción de la mujer, de la familia

  • En el campo del dolor y la enfermedad

  • En la labor pastoral de la Iglesia y en la misión Ad Gentes

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Nos sentimos Iglesia, comprometidas en la tarea de encarnar a Cristo en la historia, testimoniamos una nueva forma de ser, amar y compartir, colaborando así en la construcción de una sociedad de hermanos.

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